20 oct 2011

C de carne

Las teles de la letra C  -c de carne-  tanta carne junta.

Se recuerda cuando la Cuatro empezaba con la C de calidad. Pero ya no.
La C es de inicial de cutrerío, cuerpo, series C (ya caducadas), de Callejeros que aburren por tanta repetición, de carnaza en definitiva.
En los platós reúnen gente con poca cabeza, en cabarets o cabañas, da igual hacer el cabra que ser un macho cabrío, bandadas de cacatúas con arrugas, cacerías de niños cachas, caderas cachondas, cafres sin suerte y calamitosos personajes.

Se han conseguido unos canales de mierda. En lugar de multiplicarlos (la 7, FDF…) habría que fundirlos en uno único donde juntar toda la calaña, calaveras, califas del inframundo, comanditas, canallas, callos malayos, camarillas, camorristas, carabinas y calzonazos, cargantes, comadres, casposos castizos, cáusticas cazadoras, célebres cazurros, cepilladas centrocampistas, cimbreantes sesentones, cínicos cipotes,  clamorosas cloacas, cobardes, etc. En definitiva, toda una comitiva incomparable de cerril carcoma incontenible. 



Silvia

11 oct 2011

Gafas de delfín

Se ven en la cibeles fashion week, en la feria del diseño del mueble en valencia y en horteralia –cómo no- ,  los gafapastas han sido rebasados por los delfines.

Esos transmodernos que me llevan gafas tamaño delfín: gigantes. Los veo por la calle y me los imagino además de con las gafas, con una pelota en el hocico y dando palmotadas oink, oink ,oink al olor del pescado fresco.
Si fue la chica de apariencia tísica de El Intermedio la que impuso ese look, ruego a sus estilistas que lo cambien. El consorte sueco nos queda muy lejos para cambiarle el aspecto, pero también merece un reajuste de montura.
Silvia

4 oct 2011

Zotes

Los que se atreven a decir las verdades son tomados a risa, hace pocos días escuchaba unas declaraciones de E. Cerdá, premio nacional de genética año 2011, sobre el exceso de profesorado incompetente que hay en la universidad de Sevilla. Y se quedó tan tranquilo, sonriendo y repitiendo sus palabras.
Explicaba que casi cualquier tonto que llegara a esa universidad, a los departamentos que él conoce bien, podía quedarse tras ser becario de investigación, que los becarios extranjeros llegaban a la ciudad atraídos por el turismo más que por otro aliciente y con los mismos motivos se quedaban consiguiendo trabajo de profesor en una ciudad agradable aunque no dominaran el castellano para explicarse en clase.  Una vergüenza.



Los puso a caer de un burro.
Y ciertamente he encontrado varios apellidos extranjeros en los departamentos de genética y física molecular, no sé si precisamente éstos profesores son los que hablan castellano mal.

Ahora bien, esos zotes lingüísticos mejor ahí que en filosofía y estética. Hay que dominar la lengua en la que se expresa uno, eso sí que debería ser tan obligatorio como usar cubiertos en la mesa.

Silvia