Y ahora se le llena la boca –oscura de tanto tabaco- de la palabra “metropolitano”, todo le parece que lo es: un parque, una carretera de circunvalación, un tranvía y una huerta. Por cierto tengo unos hermosos cactus metropolitanos, en mi balcón metropolitano que se los pondría yo de asientos metropolitanos.
Hágame un favor: aprenda el significado correcto de las palabras, deshágase de las que no conozca, lávese la boca y acuda al dentista. Vergüenza me dan estos personajes que ejercen de cicerones y modelos de desarrollo sostenible metropolitano.
Silvia
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