3 jun 2009

Religión-es

Este año me comí la mona de pascua sentada en el sofá y disfrutando como de niña, cuando no sabía que la mona era una herencia de la “munia” musulmana (“muna”= regalo). Cuántas explicaciones desconocía entonces, y ahora que las tengo aclaradas en mi cabeza se complican en la sociedad.
La teoría de la convivencia es sencilla pero su aplicación enrevesada, los felicianos vemos que es posible vivir al lado de un vecino que reza a Alá o de otro que no usa el ascensor los días que Yahvé se lo prohibió. La historia de siglos pasados dice que Aragón fue un crisol de culturas donde se vivió de manera armoniosa, así hay Barrios Verdes y Barrios Nuevos en muchas localidades, comemos alfajores, hojaldres y potajes dignos de cualquier religión.



Yo sugiero crear un acto religioso de la confluencia de las diferentes tendencias religiosas. Ojo: ACTO.
Si cada cual piensa en un Dios, a ninguno le es extraño que la persona de enfrente piense en su Dios. El problema está una vez más en la posesión: mi Dios no es tu Dios ni su Dios. Y mientras cada cual se enroque en su posición no habrá diligencia en la concordia.
Sólo el miedo lleva a las gentes a la inercia o a la rebelión. Y el miedo no es religión, como tampoco lo es la confianza ingenua o el deseo de unión a Él mientras confianza, deseo y unión estén aislados. Esto es irreverente o reverentemente egoísta.

Una vez leí acerca de la “Patología religiosa”, argumentaba que el desarrollo excesivo de cualquiera de las tendencias religiosas en perjuicio de las otras contribuye a deteriorar a la religión.
En esas estamos.
Si nos perdemos en disquisiciones morales, la humanidad no avanza. De ti depende mirarte por dentro y verte las tripas o ver la energía que te mueve.

Silvia