8 ago 2010

Manjar recalentado

Habibi, querido, fue un placer cenar contigo la otra noche. Por una vez el restaurante me importó poco, tan solo quería verte y deleitarme contigo. Veo que ahora fumas más y estoy segura de que lo haces por llamar la atención y dejarte ver a la puerta de los bares. Te esperé en la mesa por ser tú y por ver de nuevo tu barbilla perfilada.
Este post es por ti aunque nunca lo sepas: gracias por enseñarme cuatro sonidos en árabe. Habibi, lo pasamos bien hace años, estaban buenísimos tus vinos, tu cocina, tu dialéctica, tu savoir-être, tu estampa recortada en el caminar, tus brazadas en el Mediterráneo, tu pelo nunca peinado, tu desazón los trabajos… pero metiste la nariz en un lugar prohibido y lo pagaste caro.


Ahora compruebo que has aprendido a respetar las parcelas personales de quienes te rodean, has ganado confianza y te echo de menos. Sin embargo yo contigo “Ni manjar recalentado, ni enemigo reconciliado”.

Silvia