15 jul 2011

Mazinguer Serrano

No recuerdo cómo era el anterior Museo Pablo Serrano de Zaragoza así que ufana y con los hijos de una amiga me dispuse a conocer el nuevo IACC. Soy buena gente y acepté cuidar de los hijos de una amiga, con carrito incluido para mi fastidio.
Por fuera el IACC da miedo, es agresivo e invasor, como un trasnsformer. La entrada gigante y desolada me recibió argumentando que con sillita no podría recorrer la totalidad del museo. Chúpate esa, no cumple con la accesibilidad. Ocurre que si vas con sillita de bebé o de ruedas o escayolado tienes la oportunidad de hacer un rastreo por el museo y has de conformarte.
Aunque si tienes suerte y hay personal, más bien lo segundo, una amable persona puede acompañar al impertinente visitante con dificultades por los pasillos y ascensores que permiten visitar las entreplantas. Con la esperanza de que haya pocos impertinentes porque el museo anda escasito de personal.

Puse mi mejor cara para empujar el carrito y que el mayor no me escapara de la mano. Por fuera el museo es feo, pero feo matón y con un aspecto de Mazinguer enfadado. Y por dentro, ¡ay por dentro!. Salas gigantes con puertas pequeñas, no sé cómo introducirán las obras grandes porque supongo que los huecos interiores están pensados para esculturas voluminosas. La acústica resulta penosa, al menos en el último piso donde coincidí en una presentación y los pocos asistentes no oían al presentador. Los enormes ventanales están ocultos por una perfilería ochentera, purito revival.  Las escaleras y las paredes de hormigón copiadas íntegramente de la estación intermodal.

Jopé, qué desilusión para ser un edificio nuevo. Qué desilusión y qué vergüenza, yo no voy a recomendar a nadie que vaya a ver ese cubículo. Si quieren ver algo muy muy muy parecido que vayan a ver el MOCA de Detroit.

Por último quiero saludar desde aquí a la familia viva del arquitecto porque como no tiene abuelas pues se ha hecho este museo para lucirse, y que todos vean qué bueno es, qué bien dibuja, pinta y colorea,  y qué buenísimos amigos tiene porque le dejan hacer lo que se le antoja sin juzgarlo y ni pedirle responsabilidades.

Vergüenza al cubo. Espero y deseo que le den vida, porque ese artefacto arquitectónico está muerto.
Silvia